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¿Sabias que hay Diferentes Maneras de Orar?


Por Maria Santiago


Desde muy pequeña recuerdo que en la escuela bíblica nos enseñaban la importancia de la oración y nos enseñaron que orar es hablar con Dios, es una relación. Nuestra conversación con Dios lo hace feliz, él lo disfruta. Nos ama y le encanta escuchar nuestras conversaciones con Él en oración.


También se me enseño que la posición correcta para orar era de rodillas, si quería hablar con Él tenía que arrodillarme. En el diario vivir habían ocasiones que pasaba el día y no había podido arrodillarme para hablar con Él, e inmediatamente se apoderaba de mi el sentido de culpabilidad. Me sentía miserable porque había pasado ese día y supuestamente no había hablado con Dios.


Arrodillarse es reconocer, es rendirse ante una autoridad, rendir honor; en nuestro caso al Rey de Reyes y Señor de Señores.

¡Que gran privilegio conquisto Jesucristo en la cruz que podemos entrar confiadamente ante su presencia! (Hebreos 4:16) Sin embargo arrodillarse no es la única postura para hablar con Él. Nuestra relación con Dios debe ser tan natural como el respirar. Oramos porque es parte de nuestro ADN, fuimos creados para tener una relación con Dios. Como te dije anteriormente; el día que no me arrodillaba sentía que le había fallado y solo podía decirle; “Padre perdóname”, con gran tristeza en el corazón. Eso es una emoción ilegal en tu corazón, basada en la ignorancia y es utilizada por el enemigo para que creas que no has tomado en cuenta a Dios durante todo tu día.


Entonces; ¿me está diciendo que orar de rodillas es una ignorancia? No, te estoy diciendo que Dios está presente en cada paso que damos y estoy segura que tú, tienes la convicción de su presencia. Dios no es emoción, lo sientas o no Él esta contigo. El Espíritu Santo habita en ti (1Corintios 3:16).


Cuando te levantes dile; ¡Buenos días Jesús! ¡Buenos días Espíritu Santo! Cuando algo maravilloso suceda dale gloria a Él, y cuando las circunstancias sean negativas pídele su ayuda y veras su mano obrar a tu favor. Cuando vallas en tu auto escuchando una canción únete a esa adoración y allí percibirás la presencia divina del Espíritu Santo. Cuando estes en un parque sentado debajo de un árbol sintiendo la brisa fresca acariciar tu rostro dale una alabanza de gratitud al Rey. Eso también es orar, es eso tener una relación continua con Dios Padre.


Tenemos que entender que Dios, es más de lo que se nos ha enseñado.

Estoy casada, tengo tres hijos, y les enseñe sobre la oración, y a medida que crecían pensé que se alejaban de la oración, y eso traía tristeza a mi corazón. Un día conversando con mi madre espiritual sobre el tema, ella me dijo; “hija yo también luchaba con eso, y un día el Espíritu Santo me ministro lo siguiente: Cada creyente debe buscar su manera de orar y sentir que se conecta con el cielo.” A partir de eso momento comencé a observar mi familia y me di cuenta que sí, cada uno tiene su forma de relacionarse con Dios. Por ejemplo, mi esposo cada día tiene su tiempo de adoración en el teclado, allí el fluye en cántico nuevo, y cantando fluye la respuesta que el andaba buscando y su relación con Dios se fortalece.


Las más grandes batallas que hemos tenido en nuestro hogar, las hemos ganado en adoración, y yo en intercesión de pie con mis manos levantadas. Mi hija de igual manera va a su cuarto enciende la música y adora, y el Padre de continuo a continuo la bendice. Mi primogénito se acerca a mi me toma de las manos y me pide la oración de mutuo acuerdo en asuntos de suma importancia y el menor busca hacer sonidos en la percusión y sale de su cuarto emocionado cada vez que percibe algo nuevo del Espíritu Santo.


Amado, arrodillarse es una actitud del corazón, es recocer quien es tu Señor y Salvador y entender que sin El no podemos vivir. Quiero terminar diciéndote que siempre terminamos postrados ante su presencia, pues no podemos hacer nada más que postrarnos al percibir tan grande amor.


No permitas que el enemigo te siga robando el gozo de la salvación, por no entender que orar es parte de nuestra relación con Dios, y no meramente una posición corporal.


Te bendigo.


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